domingo, 26 de agosto de 2007

Ica, Chincha, Pisco…. y todo el Estado


El sismo del 15 de agosto no sólo ha puesto en evidencia la precariedad geológica del país, o la vocación de colapso de la infraestructura material de la mayor parte del territorio nacional.


La principal lección –y la más dramática, porque resolverla demorará más que restaurar la vida normal en las ciudades destruidas- es que lo que ha colapsado en el Perú desde hace años es el Estado. Simplemente es una formalidad vacía de contenido operativo. El terremoto se lo ha llevado de encuentro. La principal tarea de reconstrucción a llevar a cabo en los siguientes años es la del aparato público, cuyo patética inoperancia ha tenido en estas semanas connotaciones dramáticas.

Buena parte de las críticas han recaído en el sistema de defensa civil, pero para ser justo, es todo el Estado el que ha sido desnudado en su honda crisis. No sólo material –que ya es crítica-, sino en su estructura operativa. Ni siquiera la presencia sentida y auxiliar del gobierno en pleno en la zona de emergencia ha sido capaz de romper la inercia medieval de un Estado que disiente de la modernidad social que el país experimenta.

El pueblo emergente, el capital privado, la nueva clase media pisa el acelerador y nuestro Estado es un carromato que no puede responder. La más pequeña zozobra lo hace saltar en pedazos.

Millones de dólares a disposición, cada vez mejor infraestructura, tecnología de punta en casi todos los sectores productivos. Y nada de eso ha servido un ápice para que una operación de distribución de ayuda rápida a una población ubicada, para colmo, al alcance de la civilización urbana de la capital. ¿Falta ayuda? Sin duda, pero no tanta como la que no llega a destino. ¿Dinero? Muy poco. ¿Equipos? Quizás algunos, pero no decisivos.

Y volverá a ocurrir. Frente a un sismo, un aluvión o Dios no lo quiera ante un conflicto militar. Pero lo más grave es que el desastre estatal ya existe. Lo sufre a diario el pueblo peruano. En colegios, hospitales, oficinas públicas, colas, trámites, injusticias legales, informalidad generalizada, etc.

Hay que declarar en emergencia el Estado peruano. Crear un comité de reconstrucción. Destinar todos los recursos necesarios para reformarlo radical y rápidamente. Es el principal enemigo de la defensa civil, en el más amplio sentido del término.